re-nacer, re-hacerse ante la violencia de todo este mundo

23 jun 2013

Alma de Blues



A veces, aún lo recuerdo, a veces, aún me atormenta de felicidad, a veces, aún caigo otra vez. Ha pasado un tiempo pero yo, por lo menos sigo teniéndolo nítido en mi mente. Tantas cosas que dijimos, tanto por cumplir, por hacer, por soñar... Ha llovido y se ha llevado todo con él, dejándolo sólo en momentos que los vivo por dentro escuchando esa canción, dando la bienvenida a todo. Lo conozco de primera mano en sensación de confundir sueño con realidad, pero luego se apagan las luces y es tan triste volver a despertar, que ni llorar sirve para nublar mi vida. A veces, me quedo "empaná" pensando y me sobresale una sonsirrilla por las comisuras de mis pálidos labios. Y me preguntan: ¿En qué piensas? y yo respondo: Ah! en nada, sólo rebobinaba lo poco interesante que fue mi vida. Pero ahí está, sonando entre paréntesis aquella desgarradora voz y su blues, ahí estás tu y nuestro sueño. Sonríes, guiñas el ojo y supones que nos entendemos de lo mismo,y tropiezo en mi cabeza, me doy cuenta de que tu también lo extrañas. Pequeñas huellas van cobrando vida entre nuestro particular mundo, volviendo a las andadas del ayer. Sólo era que no era nada, sólo estaba en su melodía y nuestras almas esa chispa que nadie ni con su mirada podía destruir, y pensarán que somos tontas, ilusas pero era un trato que ni tú ni el destino podía retirar.

10 jun 2013

Libre ante el destino


Felicidad conocida por su nombre.
Una canción que nos acompaña en cada balada de aquella
banda sonora de vida y futuro, un echo, nuestra verdad.
Callao, calla, tu y yo libres a explorar.
Supongamos que la gente es invisible, inexperta a nuestros ojos.
Sólo quedamos Madrid, tu y yo.
Empecemos nuestra pequeña ruta de amor y coloquio:
El edificio Schweppes nos vigila inquieto por nuestros pasos,
a esperas de convertirnos en artistas.
El interminable paseo que nos guía en la Gran Vía,
suponiendo, disfrutar, canturrear y de quizás la meta que en su día
fue posible. Coches por doquier circulando a un punto muerto.
Caras desconocidas riendo y pasando como el aire, olor a ciudad, 
a café caliente recién hecho. Olor a nosotros.
Azoteas acariciadas por el sol de poniente, vistas desde el cielo
al Madrid de los Austrias, volver a los comienzos inexpertos,
sentirse nueva de vitalidad, volar entre ella, vivir. 
Nada más faltaban las palomitas! y allí, medio acostados
en la terraza de Bellas Artes.
Sueños que caminan cogidos de nuestras manos al recorrer
 los edificios majestuosos que se apiadan de nosotros.
Incrédulos y sin vista aterrizados por el Paseo del Prado,
tanto árbol cubriendo nuestras miradas, cegados de cercanía
y amistad, así es esta ciudad.
La Puerta de Alcalá nos abre las puertas al recuerdo,
a los viejos tiempos y añoranzas, melancólicos y risueños.
Entramos por el Retiro.
Cuando en un lluvioso día se recuerda a los parques de cuento
y a los bosques de ninfas.
Sentaditos, protegidos, llueven entre nosotros las
imágenes de los inviernos fríos en el estanque, con los patitos
revoloteando entre el agua.
Los niños cansados de jugar tiran trozitos de pan y se animan a subir a las barcas,
tan mojadas como sus sonrisas al mirar el cielo.
El Palacio de Cristal espera echarle un vistazo, arrebolado por el sol,
y en compañía de los más bonitos árboles y su frondoso lago.
Se ubica medio escondido, intimista y muy respetuoso, pacífico
y vulnerable.
Cibeles, Cibeles, frigia que no te duermes, acompañada de fuentes 
y leones centro de atención de los coches.
{...}
No quisiera parar de hablar, no quisiera dejar de ver,
es la ilusión hecha realidad, un sueño, un futuro, un hogar,
eres tú, mi Madrid, nuestro Madrid.
No me cansaría de añorarla y mirarla, del sentimiento que me produce
estar allí, la seguridad que me aporta al escucharla, 
hablaría de todos sus rincones,
de todas sus almas, pero se haría demasiado largo para tan poca
memoria.
Que podamos contemplar muchos años más esta gran ciudad,
como es ella: Preciosa.
Que de Madrid al Cielo hay un paso, pero que sólo lo ven
los que llevan en la sangre su verdadero corazón.


9 jun 2013

Pequeña


Se iba y se marchaba su tiempo con él. 
Quedaba nada, quedaba susto.
Ahogada en su castigo y el mío.
Sumisa de compartir sus lágrimas y las mías.

Se apagaban mis últimos suspiros cuando el dobló,
y se dejó su última brisa flotando en aquel.

Siempre quedarán las rosas que añoran
 frías e inertes, mojadas entre la vigilia de la noche,
nuestros pocos restos que nos guardan recuerdos.