En noches sonámbulas de sábados corrientes
hay que saber jugar bien al juego de la soledad.
O sólo te escondes o te conviertes en sombra.
En el que el peligro que se corre,
es habituarse a ella y convertirse en su amiga.
Y cuando te agarra bajo el alma,
o te suicidas a versos encasillados de tu cabeza,
o explotas sin ver más que el horizonte del vacío.
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