Hay sitios que no pudimos encontrar en nuestras manos, ni en tus labios, ni en nuestras lenguas.
Sitios que tus lágrimas no pudieron derramar.
Hay deseos que quedaron frustrados ante tu mirada baja la mía, que perdieron el horizonte buscando ser salvados.
Deseos que ni tu boca pudo consumar.
Hay mentiras que arrastran y contemplan verdades.
Mentiras que ni tu sensatez rió.
Hay desdichas que se convierten en risas amargas y soñadoras, intentando recobrar esa luz perdida proveniente del sosiego.
Desdichas pasajeras por tu mente.
Hay libertades que colapsan en sueños, virtudes y soledades, que arrebatan pasados que reclamaron los cielos de nuestro presente.
Libertades que se fueron convirtiendo en tu perdición.
Hay miles de razones por las que mataría mi vida: para que vivieras tú, y recordarás de mí, para que la hojarasca trajera mi alma junto a ti... para que al calor del invierno pudieras sonreír y llorar a morir.
Razones por las que amarme a tu manera.
Hay corazones que se juntan en este vida para formar un solo dúo, que acompañe lo mejor y lo peor, para que amen hasta rabiar, y mueran por amar.
Corazones en los que te cobijabas en el frío de la luna.
Hay amores que pasan desapercibidos entre la marea de gente, silenciados entre tristezas y compasiones de amistad, hay, que fueron fugaces, como lo eran tus breves caricias.
Fugaz era tu cuerpo ante el roce, fugaz te ibas deshaciendo bajo mi cama.
Hay vidas que se las llevaban los gatos, como tú fuiste presa de ellos.
Vulnerable con vida, en mis brazos hallabas protección.
Hay anhelos que entreveran frustraciones, como aquella del lastimero adiós de tu cara palpitando la mía.
Ibas a una temporada de silencio, volverías.
Hay miradas que hieren, aniquilan y enfrían pero como la tuya tan perturbadora, deseosa y a la vez borracha de lujuria nadie pudo robarte más.
Mía muerta y de vida, mía, de noche y de día.
Hasta la saciedad y el vacío, hasta la necesidad y la despedida, mi amor se consumirá entre las trizas.