re-nacer, re-hacerse ante la violencia de todo este mundo

12 jul 2013


Qué placentero sería hallarme solitaria en esta estampa fría e insólita, 
acompañada solo por la brisa de la mañana, solo por mi propio silencio y latido.
Qué placentero sería poder llorar hasta hartarme sin que nadie me juzgara por este acto tan bondadoso y valioso que nos convierte en el más puro perdón.
Qué placentero sería sonreír sin que nadie viera mi fea sonrisa y se ría de lo tonta que soy.
Qué placentero sería vivir de la mentira y no enfrentar la cruda verdad que es esta realidad.
Qué placer ser fantasía.
Qué placer ser desaparecida.
Qué placer vivir dónde solo el sol y la naturaleza conozca tus más preciados sentimientos.
Qué placentero sería encontrar a un alma, la cual, te haga ver lo magnífico que eres. Esa alma
que te haga ser felicidad y consuma todos tus errores y te haga en virtud.  Esa alma que no se desgracia con apreciarte y valorarte, con mirarte y honrarte. 
Esa alma que hacer ver lo bueno que hay en ti. 
Que aporta la seguridad y la confianza para creer en ella.
Qué placentero sería... sería... sería... todo, si ojalá fuera.
Qué placer cuando estuviera muerta porque sí, así sería.



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