No basta con sólo mirarte a los ojos,
no basta con sólo decir adiós,
para descubrir que en aquella estancia,
no era yo la niña pequeña que lloraba.
Era tarde, demasiado para volver atrás.
La pena quedó y sus manos volaron a mí.
Tu sombra recordaba el ayer,
como si tus besos fueran capaces de olvidar...
Capaces de volver a brillar.
No era fácil estar a tu lado ya que
era difícil volver a soñar con la
esperanza marcada en el pasado.
Fotos que vagaban por mi mente,
asomaron por tu cara y dijiste
que aquellas imágenes no éramos tu y yo.
Que eran la bendita ilusión de tiempo antaño.
Y en sus caras vivíamos del contar porque
con sus falsas sonrisas nos dejábamos indagar.
La alegría que se escapaba de nosotras,
permanecía en la foto intacta, bastante rota ahora.
Que cada mañana el sol restaba cobijo y la luna
impasible nos aguardaba del próspero silencio.
Madre que eras, entendiste del dolor como un golpe
en el costado del pecho. Como una lágrima
imponente en el mar.
Pero dejaste de luchar. De sentir.
Yo ya no estaba para ti.
Y cada día dejé de preguntarme
cuantas horas quedaban, cuantos días más amargos pasarían.
Que todavía sigo con las manos apuñalando
la almohada pensando que nuestro ayer pronto vendría.
Pero...
Temprano amaneció la desdicha, el fraude.
Temprano despertó la desgracia, la realidad.
Temprano, se fue. Temprano llegó.
Temprano nos robó el tiempo.
Tarde nos dimos cuenta.
4 comentarios:
Es un texto hermoso, trise si he de ser sincera, pero ante todo hay hermosura en tus palabras.
Besos
esa melancolía impregnada en cada palabra ademas la música, me transporto una habitación llena de anhelos
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