córtame las venas, estoy dispuesta a odiarme
En tus brazos se congela mi invierno.
Añoro esas palabras dormidas que escuchaba en los perennes sueños.
Me duermo y contemplo tu ser, tu marchito ser. Se escapa de mis dedos,
circula por mis desgastadas venas.
Intentas salvar las distancias, acompañar mi destino.
Pero no puedes.
Los días son como aires que azotan mi corriente, tránsitos hacia mi muerte.
Pero no puedes.
Eres efímera tempestad cálida, versos de Neruda que acompañan
mis tardes tardías de amor.
Eres tú. Mi consuelo y mi fervor.
Despellejaste la vida de mi incierta alma, vivo encerrada entre copas de dolor y frío cuerpo.
Pero no puedes.
Nunca serás suficiente en esta alba, ni prenumbra en mi esplendor.
Porque cuando tú vuelves...
Yo voy y vendré. Ya no estarás. Fuiste el tiempo pasado de mi tumulto presente.
Y corres como el mar, y te apaciguas como el viento. Pero nunca podrás,
ni estarás entre mi solitario cariño.
La soledad marca el compás de mi agonía, establecida de mi inmensa palabra de mujer.
Pero no puedes venir a por mí. No me entiendes ni me comprendo a altas horas de la madrugada.
Sola entre fantasmas del ayer e indecisa por los susurros futuros, anduve entre tu cuerpo, como una desconocida, extraña a la luz de tus ojos.
Me dejé llevar por tu cordura. Qué mala suerte! Fue un error. Tú no puedes conmigo.
Bonito fue mientras duró, pero ahora me estallan las horas sin un escrito tuyo.
Pero no puedes y eso lo sé. Pero no puedes y eso es lo que me jode.
Que yo tampoco puedo con mi alma.
-ratoncito que se cuela, que pretendía ocupar aquel hueco vacío de mi corazón, que siempre me recuerda cómo pude perderte y lo que me falta por olvidar-
1 comentario:
Está muy hermoso lo que escribiste. Me identifico con la imagen, pero sabes? Ya me estoy recuperando a mí misma.
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