Canciones y tardes de domingo son lo que llueve entre el corazón y mi alma. El cigarro se consume y se apaga la llama de la esperanza con la que fumaba mis miedos y despedidas. Pero aquí, donde no pasa ningún tren con tu nombre, con mi destino y nuestra voz... muero de pie, ante el vacío de este día que solo cuenta horas y desilusiones.
Las vías precipitan mis decisiones, y son suicidio ante mi mirada que se contradice con mi mente. Quiere desaparecer, morir en el asfalto plagado de risas, lloros y alguna que otra sonrisa de pasajeros innatos y tontos, dónde no saben que su vida pende de ese hilo que cubre nuestras paredes de ruina.
Mientras mi última calada se aproxima y mi agonía crece por momentos, vendo mi cuerpo al tiempo y mi olvido a volver al recuerdo. Pero... sólo quiero ser la nada que complementa a este día, tan sombría como el amanecer que me espera, entre ella y la vía del tren que cruza por mi camino. Sólo dormir acostada en la acera y no despertar jamás entre el tumulto de aire y venidas de gente invisible que sólo estorba en el tramo de la gloria y la felicidad.
" Si encuentras hojas tiradas en el suelo, no las recojas, son letras que mueren por mí, pero que permanecen entre la memoria de quién era"
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