En la conciencia siempre residimos,
en el corazón siempre nos llevamos.
Y aún por mis ojos pasas,
andando, corriendo, riendo, llorando...
Pero no te puedo tocar,
a mis manos no llegas
aunque te vea por todos lados,
aunque te sienta conmigo.
Y lo sé, ya no estás,
ya no estás físicamente
ni en la superficie de mi vida.
Pasaste al pozo del historial,
al fondo de mis recuerdos.
Aunque se haya apagado nuestra unión,
yo sé que el contacto sigue existiendo,
cuando nos pensamos o giramos la cabeza
para ver si estamos entre la multitud,
en la calle, en las caras de los demás.
No te olvidaré en sí,
formaste, aportaste y te quedaste en mi vida.
Sólo aprendí a existir con ello
y a mirarte desde mis ojos,
desde que se cierran
hasta despertar del sueño.