re-nacer, re-hacerse ante la violencia de todo este mundo

4 ene 2013

Jen.


El destino nos propuso jugar, yo era el peón, tú la reina. Una mañana templada te conocí, ibas con tu gorrito de niña, yo, con los vaqueros desgastados de Andrés. Y aquella tarde del 20 de Enero que hacía un frío que pelaba fuiste mía, hasta los finales de mi existencia, hasta desgastar tus labios.

Tus lágrimas eran mi pesadilla, tu sonrisa, mi pecado y tus caricias mi único dolor en la muerte. 

Nos quisieron separar por la manía de vernos felices, por el placer de hundirnos, por caer en el abismo, pero el amor puede y aquí estamos de pie, cogidos a nuestras manos y sin poder soltarnos jamás.

Cuéntame que importó la distancia, cuéntame que kilómetros hicieron falta para alejarte de mi, cuéntame.

Recuerdo todas las noches como susurras mi nombre en entrecortados gemidos, recuerdo como me mordisqueas el lóbulo de la oreja, como tus labios se hinchan de tantos besos, como me abrazas y como me tocas, como tus ojos me traspasan y como tu vida se une a la mía. Tibios recuerdos entre sábanas calientes, llenas de amor y cariño. 
Sólo mío, sólo tuya, nos propusimos despertar al infinito entre risas y encuentros, nos hemos hecho amantes del momento. El cielo fue nuestro único testigo, nuestra cama la compañera de nuestro placer y tus uñas clavadas en mi espalda, mis más sinceras respuestas. 
Suena irónico pensar que te vi hace unos cuantos años en el mismo punto donde se encontraron nuestras miradas, sin saber que ibas a ser la mitad de mí, la rabia de otros.
El porqué, pregúntaselo al amor que quiso que me fijara en ti.
Ella, Jena.
                                               
                                                                                                                                                       

2 comentarios:

Hall dijo...

Hola!, he visto tu Blog y es simplemente genial

Te sigo, ¿Me sigues?

Un besito! ♥

Cataléctica dijo...

Vale! :) gracias por seguirme