Creía en el amor, creía en ti...

Cada gaita de su toque, era como un plomo

macizo en mi pecho. El corazón se derritió

sin celo, ante tal ruido mal resuelto, en cada

esquina de aquel llano siniestro.

Sus suspiros adormilaban mis sueños, dormitaba en

la alcoba de cada canto sin frenos, quedaban

pocas horas, era un final sin restos.

Las voces eran ecos en mi cabeza, voces

tranquilas, sin llanto alguno. Resultaba

mortífero. Parecía la muerte

recibiendo mi llegada.

Mi pelo ondeaba mi alma, caída en un rumbo

sin salida, las lágrimas empezaban a acoplarse 

en cada pupila tachando mi cara de una errata

desgraciada.

El mundo se me venía abajo, creía ser su

dueña, creía ser 

feliz.

Era la amante de la alegría, me convertí 

en la viuda de la risa.

Mi piel quedó desierta sin ningún roce tuyo,

mi cama era fría, faltaba tu radiante 

mirada.

Vida romántica, vida de ensueño,

pronto despertaría, me vi

obligada.

Quería más, quería sentir

la desolación, la soledad

ya empezaba a acercarse

y los cigarros se me consumían

como pólvora al viento.

Creía en el amor, creía en ti, pronto desconfié de mi propio corazón, pronto rechacé vivir así,

pronto acabé con el martirio de estar sin ti.