re-nacer, re-hacerse ante la violencia de todo este mundo

4 abr 2013

Perdida era

Y siéntate, y contempla tu rostro,
mezquino y divino por fuera, delirio por dentro. 
Que tu mirada perdía almas,
y tu corazón pedía el subsuelo.
Siéntate y déjate llevar en la amargura, 
presa de tu vida, amiga de la mía.
Alma libre de una eterna estrella en el universo,
alma rota de una corta llama de esperanza.
La hermosura te la regalaron los ángeles y 
esos ojos verde miel eran los míos por la noches, 
los nuestros durante el día.
Y siéntate, y mira al mundo cómo te mira a ti, 
una belleza efímera, un pájaro a su disfrute.
Te hundiste en tu sueño del cual no te dejas irte.
No tengas miedo a volar, ni a vivir en tu ilusión.
No llores por tu depresión, no llores por volver.
No brindes por acabar, ni aplaudas por morir.
No despidas la paz, ni sonrías al destino.
No tengas miedo a errar en tus defectos porque serán nuestras virtudes.
Que tu latido sea más fuerte que el eco del silencio.
Y que ames con toda la fuerza que te dicte tu corazón.
No recuerdes frágiles memorias, ni imagines olvidos pasados.
Quédate en el presente y ponte en el lugar del futuro.
Eres dueña de tus desgracias, ama de tus debilidades.
Persigue el horizonte, rescata al amor puro.
Descansa sin temor.
Susurra tu último aliento con ardor... al fin de tu existencia.

Eres libre amor.

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