Alguien me dijo que necesitaba tiempo, un tiempo de cordura y conciencia, algo de bienestar para mí misma. Pero en este frágil mundo que pende de maléficos hilos, no encuentro esa tan deseosa armonía...
Soñé con morir, apaciguada entre las sábanas de una noche invernal. Soñé volar entre tuberías de placer y despertar en el alba melódico. Soñé desaparecer y equipararme a la nada. Pero, por más que busco no encuentro esa nada que tanto anhelo, no encuentro ese sentimiento de inconsciencia que me haga no sentir prácticamente nada, que haga que no viva. Una única solución equivale a fingir ignorancia e inocencia, es un silencio puro y entrañable. Un silencio infinito.
Necesito tiempo, pero no para mí. Sino para mi corazón que resiente todo esto, como estacas clavadas a sangre fría. Necesito dejarme un tiempo, dejar todo donde está, tendría que encontrarme a mí misma, encontrarnos, pero... Sino persigo a mi destino, quizás se marchiten todos mis silencios.
De todas formas, cada vez que parezco más fuerte, una jodida cuchilla (en sentido figurado, no literal) cruza por mi cuerpo, advirtiéndome que cada vez estoy más muerta.
Por eso necesito este silencio, para acallar y desaparecer a todas mis almas, que coagulan con verme herida de muerte.