'El bosque se convertía en tres aires, ventisca, pólvora y niebla. Fuego se llamaba tu nombre, y como antorcha, quemabas esta tierra'.
Divagaba entre crueles pensamientos cuando te vi amanecer. Vi la imaginación de tu cuerpo impregnado en esta espesa negrura, derecho, altivo, en medio de todo este cerco.
-Quédate- pronunciaba mi locura, las miradas se acobardan, eres silencio, eres sol en todo esto.
Apretaste los pasos, me acerqué a tu consuelo.
Un abrazo nos envolvía, un calor nos calentaba.
Pronto alzamos cabezas y dejamos cordura a parte, derritiéndonos en el puro y majestuoso beso de amantes.
Recuerdo que te besé, te besé como si no hubiera un mañana. Recuerdo tus manos acariciando mi espalda y tu pelo amoldándose a mi frente. Recuerdo la reverencia con que nos fundimos, haciendo del placer el arte de vibrar entre espamos, recuerdo que estábamos hechos el uno para el otro.
Recuerdo que era tuya, mío, de los dos.
Éramos silencio, sol... y lunas estelares que irradian en el cielo.